¿Quieres encontrar algo en especial?

Translate

viernes, 9 de octubre de 2015

Volvió a casa. I Relato propio.

El día había llegado, volvía a casa. 
Esa mañana tocó madrugar. A las 6:17, hora local, sonó el despertador. Era un hombre de manías como esa, su despertador nunca sonaba a horas tradicionales. Jamás sonaría a y media o a en punto. 

Se levantó con demasiado sueño para darse cuenta de que empezaba a amanecer, lo cierto es que amanecía bien pronto y era un auténtico espectáculo de la naturaleza. Pero claro, tienes que estar despierto para verlo. 

Por un momento no había caído en que era el día de su regreso. Por un momento creyó que le esperaba otra tediosa jornada de oficina. 
Hasta que su dedo meñique del pie derecho decidió toparse bruscamente con una de las ruedas de su maleta ya preparada. 

Maldijo bien alto hasta que se fijó con qué había chocado, entonces el día le llegó de golpe y una mezcla de sensaciones le invadió por completo. Sintió alegría, tanta que se desbordaba, sintió nervios, tantos que su estómago protestó alto, y sintió... Sintió ¿miedo? Miedo... Volver a casa después de tanto tiempo también le asustaba. 

Aun pensando en todo esto se dirigió al baño, donde, tras mirarse en ese diminuto espejo que tantas veces le devolvió su cansado rostro y que ahora le mostraba su cansado rostro, sí, pero con una pequeña sonrisa a medio formar, se metió en la ducha para terminar de quitarse el sueño de encima. 

Apenas había pegado ojo y el agua aún no caliente del todo le ayudó a despejarse. 

Intentó desayunar algo, pero su estómago le amenazó con echarlo todo como se acercase un poco más ese donut a la boca. Así que pasó a vestirse directamente. Una camiseta algo arrugada y unos vaqueros servirían. 


Sin a penas darse cuenta, estaba listo para salir por la puerta, maletas listas en la entrada, piso recogido, vacío, llaves devueltas al casero... Ya no le retenía nada aquí. Todo recuerdos. 

Cerrando la puerta tras de sí se dispuso a ir en busca de un taxi que pudiese acercarle al aeropuerto. 
Tenía tiempo de sobra, madrugar vale para algo. Así que no se puso muy nervioso cuando vio que los taxistas pasaban a su lado fingiendo no reparar en él. Hasta que uno decidió llevarle. Coger un taxi en esta gran ciudad se puede volver una auténtica película de terror, así que cuando aquel buen hombre paró y le ayudó a meter las maletas en el coche, se apuntó mentalmente la cantidad que le dejaría de propina. 

El viaje en taxi fue largo. Se le hizo demasiado largo. Una hora de distancia se puede convertir en muchas más cuando el ansia por llegar te juega malas pasadas. 

Las horas dentro del aeropuerto no se pasaron mucho más rápido. Colas para facturar maletas y conseguir la tarjeta de embarque, colas para pasar controles, colas en la pequeña cafetería para intentar beber un cortado y mantenerlo dentro. Y colas para subir al avión y llegar a su asiento. 

¿Tardaban mucho en despegar o solo lo creía él? 

"Tenemos la hora de despegue programada para dentro de cinco minutos, estamos listos pero estamos esperando a un par de pasajeros que vienen de otro vuelo y hacen trasbordo, les pedimos paciencia. Mientras, pueden revisar las normas de seguridad que podrán encontrar...

La música acalló la voz de la azafata mientras se acordó de toda la familia de los dos pasajeros que llegaban con retraso. 

Lo que más le gustaba de volar, desde siempre, es esa sensación que se te coloca en la boca del estómago cuando despega el avión. No a todo el mundo le gusta, pero para él era una muy buena sensación, parecida a cuando por fin te liberas de un problema o te quitas un peso de encima. 

8 horas de vuelo por delante le quedaban. Y tenía la sensación de que serían las 8 horas más largas de toda su vida. 
Sin embargo el sueño fue más fuerte que la inquietud y a las dos horas consiguió caer completamente dormido. Tanto que no escuchó a las azafatas ir y venir con comida y bebida o a los pasajeros esperar para entrar al baño. 

Estaba sentado en la ventanilla, a su lado estaba sentado un señor mayor con serios problemas de incontinencia, tampoco le oyó a él después de que este se levantase por tercera vez. 

Cuando abrió lo ojos acababa de sonar la señal que indica que hay que ponerse el cinturón otra vez. Se apresuró a levantar la ventanilla y mirar hacia el exterior. Tierra, se veía tierra, pequeños surcos entre verde y marrón. Su hogar... Volvía a casa. 

Cuanto más cerca estás de aquello por lo que pacientemente has conseguido esperar, menos paciencia te queda, y los nervios aumentan hasta el punto en que tu pie patalea de forma rápida el suelo. Y mientras él esperaba a que sus maletas aparecieran en la cinta transportadora, su pie no dejaba de moverse. 

Se acordó de encender su teléfono cuando ya tenía una de las maletas consigo. Llamadas perdidas de su padre. ¿Por qué la gente se empeña en llamar cuando saben que estás metido en un avión? Wasaps de su hermana pequeña preguntando cada media hora que si le faltaba mucho. Y otros muchos de amigos que le deseaban un buen viaje y prometían quedar para ponerse al día, pronto.  

Lo mejor de los aeropuertos es salir por esas puertas correderas y ver a toda esa gente esperando a otra gente, o encontrándose con otra gente, abrazos, besos, lágrimas... 
Sus ojos encontraron a su viejo, aun más mayor de lo que lo había dejado, su rostro arrugado le devolvía la mirada, ojos casi invisibles debido a esa gran sonrisa, mientras se agitaba en su sitio para hacerse notar, saludando con la mano bien alta. Su madre, al lado de su padre se llevó las manos a la boca para contener los llantos difíciles de disimular a estas alturas.  
Su hermana agitaba una gran pancarta que a penas pudo leer bien, ya que esta la dejó caer y se abalanzó sobre él abrazándole fuertemente con lágrimas en los ojos.  
Él le devolvió el abrazo fuertemente respirando su olor a casa. A hogar. Y la arrastró hasta llegar  a donde se encontraban sus padres. A los cuales abrazó uno a uno, tomándose su tiempo en memorizarlos una vez más.

Parecía una película, todos abrazados con todos en un momento dado, el tiempo pasando a cámara lenta mientras él mismo se secaba los ojos. Pero no, era real.
Volvió a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario